Las TICs simplifican considerablemente nuestros quehaceres cotidianos. Nos facilitan encontrar todo tipo de información con mucha rapidez, ponernos en contacto con otras personas de manera fácil, intercambiar datos de forma inmediata, etc.
Está claro que su uso es positivo, siempre que no se dejen de lado el resto de las actividades propias de una vida normal (estudiar, hacer deporte, ir al cine, salir con los amigos o relacionarse con la familia). Otra cosa es cuando el abuso de las tecnologías provoca aislamiento, ansiedad, afecta a la autoestima y le hace perder al sujeto su capacidad de control. El alto grado de uso de las nuevas tecnologías entre los adolescentes y jóvenes es una realidad obvia. Además, cada vez más hogares cuentan con conexión a la red, con un ordenador e incluso con otros dispositivos como las tabletas.
Según el estudio realizado por la fundación Pfizer (2009), en España, el 98 por ciento de los jóvenes españoles de 11 a 20 años es usuario de Internet. De ese porcentaje 7 de cada 10 afirman acceder a la red por un tiempo diario de, al menos, una hora y media, pero sólo una minoría (en torno al 3% o al 6%) hace un uso abusivo de Internet. Pero, a pesar de las bondades que pueden ofrecernos las Tecnologías de la Información y la Comunicación, también hay que estar muy pendientes de los riesgos más importantes de su abuso, sobre todo en los más pequeños de la casa, más propensos a sufrirlos. Entre ellos, es preciso destacar, además de la adicción, el acceso a contenidos inapropiados, el acoso o la pérdida de intimidad. Así, a través de la red se puede acceder a contenidos pornográficos, o violentos, o transmitir mensajes racistas, proclives a la anorexia, incitadores al suicidio, o a la comisión de delitos (carreras de coches prohibidas, por poner un ejemplo).
De la misma manera, existe el riesgo de crearse una identidad ficticia potenciada por un factor de engaño, autoengaño o fantasía. En un chat es muy sencillo maquillar la realidad, sentirse más seguro para decir cosas que tal vez a la cara no se atreverían. La falsa identidad tiene un doble efecto negativo, el que le produce al propio joven que se la inventa y el de la persona con la que habla, que puede ser un psicótapa mayor de edad que busca otras pretensiones que hacer amigos.
En las redes sociales, tan populares ahora entre los chicos, también se facilita la confusión entre lo íntimo, lo privado y lo público y se fomentan conductas histriónicas y narcisistas, por ejemplo, alardear del número de amigos agregados a una red social. Cuando hay una dependencia, el adicto sopesa los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias negativas a largo plazo. Por ello, el abuso de las redes sociales puede facilitar el aislamiento, el bajo rendimiento escolar, el desinterés por otros temas, los trastornos de conducta y el quebranto económico así como el sedentarismo y la obesidad.
Perfil de un adicto
Son los adolescentes los que presentan un mayor riesgo de convertirse en adictos a las TICs; primero por su edad, segundo porque suelen pasar mucho tiempo conectados a Internet y tercero porque, además, están familiarizados con las nuevas tecnologías ya que han crecido con ellas. Sin embargo, hay personas más vulnerables que otras a las adicciones. De hecho, la disponibilidad de las nuevas tecnologías en las sociedades desarrolladas es muy amplia y, sin embargo, sólo un reducido número de personas muestran problemas de adicción. En algunos casos hay ciertas características de personalidad o estados emocionales que aumentan la vulnerabilidad psicológica a las adicciones. Hay veces, sin embargo, en que en la adicción subyace un problema de personalidad como, por ejemplo, timidez excesiva, baja autoestima o rechazo de la imagen corporal. A su vez, un estilo de afrontamiento inadecuado ante las dificultades cotidianas o niños que han sufrido problemas psiquiátricos previos son factores que aumentan el riesgo de engancharse a Internet. Por todo ello, a nivel práctico hay que estar muy pendiente del número de conexiones a Internet que realizan nuestros hijos al cabo del día, el tiempo de conexión, si lo hacen nada más llegar a casa o nada más levantarse, si todo ello repercute en una reducción del tiempo de las tareas cotidianas.
Cuando encender la luz de alarma
Las principales señales de alarma que denotan una dependencia a la Internet o a las redes sociales y que pueden ser un reflejo de la conversión de una afición en una adicción suelen ser algunas de las siguientes:
- Privarse de sueño para estar conectado a la red, a la que se dedica unos tiempos de conexión anormalmente altos.
- Descuidar otras actividades importantes como el contacto con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud. Todo por estar conectado.
- Recibir quejas o protagonizar alguna discusión en relación con el uso de la red con alguien cercano, como los padres o los hermanos.
- Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta ir muy lenta.
- Intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la noción del tiempo.
- Mentir sobre el tiempo que se está conectado o sobre lo que se está haciendo con la computadora.
- Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento en los estudios.
- Sentir una euforia y activación anómalas cuando se está delante de la computadora.
Mejor prevenir
La prevención de este tipo de adicción pasa por seguir unos sencillos pasos que seguramente todos los padres conozcamos pero que, muchas veces, no llevamos a la práctica.
En primer lugar, estaría muy bien pactar el horario de conexiones a Internet con nuestros hijos, de esta manera, tendremos más controlado el rato que están frente a la computadora y para qué lo usan. Si a esto sumamos que la computadora esté situada en un lugar común de la casa, como puede ser la sala de estar, donde el adolescente no esté solo y donde podamos ver qué es lo que hace.
Por otro lado, ni qué decir tiene que hay que estimular a nuestros hijos a que realicen otro tipo de actividades como el deporte, la lectura, hay que animarles a que salgan con sus amigos, que se relacionen con los niños de su edad, así como realizar, nosotros mismos, actividades con ellos, entablar conversaciones para descubrir en qué están interesados, etc.
Sólo así conseguiremos que se beneficien de las nuevas tecnologías y que las utilicen para sacarles el máximo partido, para rendir más en los trabajos escolares, para comunicarse con sus amistades.
La adicción a Internet y a las redes sociales es un fenómeno preocupante. Sin embargo, el abuso de Internet puede ser una manifestación secundaria a otra adicción principal (la adicción al sexo, por ejemplo) o a otros problemas psicopatológicos, tales como la depresión, la fobia social u otros problemas de tipo impulsivo-compulsivo. Lo característico de la adicción a Internet es que ocupa una parte central de la vida del adolescente, que utiliza la pantalla de la computadora para escapar de la vida real y mejorar su estado de ánimo. Al margen de la vulnerabilidad psicológica previa, el abuso de las redes sociales puede provocar una pérdida de habilidades en el intercambio personal, desembocar en una especie de analfabetismo relacional y facilitar la construcción de relaciones sociales ficticias. Cómo prevenir Limitar el uso de aparatos y pactar las horas
FUENTE:
Revista informativa editada por la Confederación Andaluza de Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado por la Educación Pública.