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Cómo ayudar a nuestras hijas a forjar su personalidad (Parte II)

El buen feminismo frente al feminismo tóxico

Meeker analiza el movimiento feminista desde su experiencia personal y señala que debería dar un paso atrás en su evolución: volver al tiempo en el que su lucha se centraba fundamentalmente en la igualdad de oportunidades, y no como ahora que lucha por cambiar incluso la realidad biológica de las personas.

Meeker señala que frente al movimiento feminista tóxico que hace creer a la mujer que la mitad de las personas que habitan el mundo son detestables, hay una versión del feminismo que sí tiene sentido. Los padres pueden enseñar a sus hijas a ser fuertes y trabajar duro para desarrollar sus talentos y su carácter de la mejor manera posible a través de las virtudes; y ayudarles a entender la feminidad como algo bello y positivo. Hacerles ver que, como mujeres, tienen una gran capacidad para el amor y la compasión. Y enseñarles las maravillas y las responsabilidades que supone decidir ser madres.

El equilibrio entre la alimentación y la imagen

Aunque los trastornos alimentarios que puede sufrir una niña tienen habitualmente su origen en factores genéticos y psicológicos, también hay factores culturales que influyen al respecto. Si antes las niñas aspiraban a ser como sus madres, ahora aspiran a emular los estilos de vida de las celebridades e influencers.

El problema se agrava cuando las madres adoptan también este comportamiento adolescente, orgullosas de vestir como sus hijas, de participar en sus conversaciones y de compartir el mismo tipo de contenido en las redes sociales.

Para ayudar a nuestras hijas a encontrar el equilibrio correcto entre la alimentación y la imagen, los padres deben prestar más atención a lo que ven y oyen. Para ello, Meeker recomienda limitar el uso de las redes sociales, cuidar el lenguaje que se utiliza en casa. Una madre no puede estar todo el día diciendo que sueña con estar tan delgada como tal o cual amiga, etc. Es necesario ser ordenados en las comidas: con los horarios, los platos y lo que se come.

Arraigar su fe en Dios

Meeker afirma que en los últimos quince años ha sido testigo de un cambio de actitud vital, moral y con respecto a Dios de muchos jóvenes. Se afirma con frecuencia que los jóvenes viven muy centrados en sí mismos, no están interesados en trabajar y tampoco en la religión. Pero Meeker confiesa que, a través de múltiples conversaciones, ha podido comprobar cómo muchos jóvenes están comprometidos con la búsqueda de la verdad. Muchos han abandonado la religión porque la percibían como algo superficial –a su edad los comportamientos incoherentes les hacen más mella–, pero su búsqueda profunda de la verdad puede terminar por hacer arraigar mejor su fe.

Estar más cerca de Dios suele mantener a salvo a las hijas de los problemas con los que las personas de su generación se encuentran. Para que una hija pueda alcanzar el verdadero éxito importa primero que sepa en qué consiste: ser la mejor persona que se puede llegar a ser, según las propias capacidades. Probablemente, estar cerca de Dios le ayudará a lograrlo. Y eso le facilitará además identificar cuál es su propósito y vocación, ya sea llegar a CEO de una gran empresa, enfermera, o ama de casa. El verdadero éxito de una vida radica en hacer de la mejor manera posible aquello para lo que crees haber nacido.

Una sexualidad sana

Según Meeker, uno de los principales problemas de los jóvenes con respecto a su sexualidad es que la sociedad les transmite contantemente que es la parte más importante de su personalidad y define quiénes son. Pero eso no es verdad. La parte más importante de nuestra identidad es que somos seres humanos con un valor intrínseco.

Los adolescentes están más dispuestos a posponer su actividad sexual si tienen padres que mantienen con ellos conversaciones abiertas y honestas sobre el sexo y su desarrollo sexual. A muchos padres les puede parecer incómodo, pero es fundamental para el correcto desarrollo de los hijos. 

También en este ámbito nuestra cultura envía mensajes difícilmente conciliables con el sano desarrollo de nuestros hijos. Un ejemplo es la música que escuchan. Antes el problema podía ser la letra de las canciones, pero ahora se suma una mayor facilidad para ver vídeos en los que se proyecta de un modo crudo y grosero lo que la canción dice. También campa a sus anchas la idea de que vale más quién es más atractiva y que la actividad sexual es el aspecto más importante de nuestras vidas.

Las chicas necesitan amor, compromiso y la intimidad verdadera fruto de una relación profunda, pero nuestra cultura sexualizada –afirma Meeker– separa el sexo de estos tres elementos esenciales.

Mujeres fuertes y no víctimas

En ocasiones, con buena intención –afirma Meeker–, los padres evitan malos tragos a sus hijos porque sienten pena por ellos, siempre encuentran motivos para pensar que se les trata injustamente. Y son esas situaciones comprometidas las que pueden suponer una aceleración en su capacidad para asumir las responsabilidades por sus propios actos.

Los padres tienen que conceder oportunidades a una hija de hacer sola las cosas, enseñarle a vivir sin miedo, asumir riesgos, aunque no siempre las cosas salgan bien. Se aprende del éxito y del fracaso. No es obligatorio ser bueno en todo para ser buena persona. Este es el verdadero camino para lograr que nuestras hijas tengan carácter y personalidad.

Educar hijas fuertes en una sociedad líquida. 11 pasos hacia su felicidad, bienestar y seguridad, Palabra, 238 págs., traducción de Ana Corzo Santamaría.

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